viernes, 29 de diciembre de 2006

Presentimientos

–¿Para qué sirve tener presentimientos...? –Preguntaba ella con su voz chica–.

Mientras veía sus ojos negros brillando en la oscuridad me preguntaba a mí mismo si alguna vez me había hecho esa misma pregunta...! La respuesta, que me daba a mí mismo, fue: No estoy seguro.

–¿Sabes? Creo que nunca me había hecho esa pregunta... pero...
Y ella, como siempre, dejando llevar su mirada al infinito de sus pensamientos, pareció no escucharme y continuó...

–Porque si uno tiene un presentimiento de algo que va a suceder... ¿Cómo nos podemos preparar para ello...? Acaso ¿podremos hacer algo? Alistarnos, cambiarlo...!?

–Talvez podríamos prepararnos físicamente para algo. O sabríamos por dónde deberíamos o no caminar en cierta noche. O sí deberíamos callar o decir algo en alguna ocasión. A veces me ha funcionado dejar de hacer cosas que ‘presiento’ que no debo hacer. En otras me he obligado a hacer otras que podrían dejarse para después... Pero, sinceramente nunca me he puesto a pensar si son realmente ‘presentimientos’ o no. Y tampoco si los ‘presentimientos’, existiendo ellos, servirían para algo en concreto...!

–Pero... ¿qué podemos hacer con un presentimiento? ¿Podemos prepararnos para ellos? ¿Son... este... –mientras muerde sus labios busca la palabra precisa... y la encuentra– ...inevitables?

–¿Por qué lo preguntas?

–Porque quiero saber si los ‘presentimientos’ sirven para algo...!

–Supongo que sirven como una guía ante sucesos... Pero esto no es muy claro para mí...

–Porque... –otra vez como si no me escuchara– ...si ya sabemos lo que va a pasar ¿para qué nos sirve saberlo? ¿Acaso ya está decidido...?

–¿Has tenido algún ‘presentimiento’? ¿o has querido tenerlos...?

–Es que tengo dudas con lo de las decisiones...

–¿Cómo así? Porque si quieres tenerlos solo para saber del futuro y no tener que decidir sobre alguna decisión... No creo que funcione así... Si algo, aunque parezca ineludible, está a nuestro alcance y es decisión nuestra, no es inevitable. Como seres humanos que somos poseemos aquello que se conoce como ‘libre albedrío’. Nosotros decidimos al final del momento, o desde mucho antes. Un presentimiento no escogerá por mí. Al final siempre elegiré yo. Tengo los caminos frente a mí y yo debo decidir... Siempre.

–Ah...! ¿O sea que si yo pudiera presentir algo ahora... no me ‘facilitaría’ el problema de tener que tomar una decisión de algo ahora mismo...?

–No precisamente. Los presentimientos, si es que existen, no serían poderes adivinatorios que te facilitarían la vida. Solo serían visiones de distintos caminos... ¿Por qué lo preguntas tanto...?

–Aich... O sea que los presentimientos no ayudan a tomar decisiones....! Ni modos...! Malaya...! Toma. Mejor las dejo aquí y mejor me voy a dormir. Puede ser cierto que a esta hora me hagan daño...

Y entonces, mientras ella subía las escaleras arrastrando los pies, abrí las manos para ver que me había entregado. Al hacerlo hallé un par de chocolatinas con la envoltura maltratada. Un par de chocolatinas que, habiendo recibido la presión de sus infantiles manos durante toda nuestra conversación, habían comenzado a derretirse. Un par de chocolatinas que ella presintió, talvez, le iban a traer problemas conmigo. Un par de chocolatinas que ella presintió, talvez, le podrían hacer mella en su frágil estómago nocturno. Un par de chocolatinas que, talvez, podrían dejar de existir en este mismo instante. Un par de deliciosas y tentadoras chocolatinas que, mhhmm... presiento yo, ella... mhmmm... no volverá a ver... mmhhmm... jamás...!
PT

lunes, 11 de diciembre de 2006

Murió el Dictador...!


Murió Pinochet. Su deceso ha propiciado en el país austral respuestas paralelas de alegría y de tristeza. ¿Por qué?, sería la pregunta. Porque para algunos el progreso y desarrollo obtenido por Pinochet, en un país que pudo haber sido ‘envenenado’ por las líneas del socialismo, es más importante que la suma de muertos, desaparecidos, torturados y encarcelados surgidos durante su régimen dictatorial.

¿El fin justifica los medios?. Esa podría ser la razón por la cual algunos lloran la muerte del abuelito bonachón que estaban molestando tanto por estos días. Pobrecito...! Tras mandar matar y lesionar (física y sicológicamente) a tantas personas, tras desaparecer dinero del estado en cuentas bancarias en el exterior; ya anciano y enfermo, no merecía que lo molestasen tanto...! Sí, hay que llorar por su muerte. Llorar porque la justicia no llega para personas como él. Personas que se acogen a las herramientas burocráticas y legales que ellos mismos han creado. Sistemas manipulados por el poder que ellos mismos dispusieron para sí mismos.

¿Saben a quién me recuerda eso?. A un vecino de la zona de La Candelaria.

Hace no pocos meses, charlando un tinto y un cigarrillo, la conversación llegó a preguntarnos si había existido o no dictadura en Colombia. La respuesta fue positiva, en principio. Sí, la de Rojas Pinilla. Que por cierto... la ‘Historia’ recuerda con agrado porque trajo al país ciertos progresos que ningún otro dirigente había podido visualizar hasta entonces. En principio... Porque des-(o afortunada)-mente no logró prolongarse por mucho tiempo. ¿Que conclusión tuvo ésta ‘nuestra’ dictadura?: El Frente Nacional. Que es, ni más ni menos, la más descarada forma de amangualada dictadura que pudieron inventar nuestros queridos ‘Padres de la Patria’. La dictadura cayó (la de Rojas Pinilla), también la del Frente Nacional. Luego vino un juego de poderes similares que devino finalmente en nuestro actual querido vecino de La Candelaria.

Nosotros nunca tuvimos una dictadura. O por lo menos no una tan emblemática y sangrientamente representativa como las de países tipo Argentina, Chile o Brasil. Por eso, al no haber sufrido tales vejámenes (pues... tan viscerales), nosotros aprendimos a comer mierda sin quejarnos. Aprendimos a decir cosas como: “qué se le va a hacer... Así son los políticos...” y nada más. Nuestra coprofagia institucional permitió, después de tantos años, que aprendiéramos a lamer la mano del amo que nos da palo y verlo como el más inocente y desprendido de los hombres. Una persona que confirma, en no pocas intervenciones públicas, que el fin SÍ justifica los medios.

Nuestros políticos aprendieron a maquillar sus presunciones de dictador con tal arte que hoy hemos llegado al culmen mesiánico con nuestro vecino de La Candelaria. Él sí que sabe manipular un sistema autogestionado a su favor. ¿Habrá reelección por segunda o tercera vez y prolongación del tiempo de mandato?. Eso lo sabremos luego.

Ayer murió un dictador. Y sus crímenes nunca fueron pagados por él a pesar que el pueblo y la ley eran conscientes de todo lo que había sucedido. Ése tipo de situaciones nos hace rogar porque al menos exista la ‘justicia divina’ en el más allá. Este tipo de situaciones haría enojar putamente a un pueblo consciente...


Afortunadamente en nuestro país nunca ha habido dictadura. Por ello nunca hemos tenido que sufrir de este tipo de atrocidades ni hemos tenido dirigentes omnipotentes y monárquicos. Afortunadamente... Digo, no?