miércoles, 14 de marzo de 2007

Sueños

– Doctor...

– Dime.

– ¿Qué son lo sueños?

– Depende de a qué tipo de sueños te refieras. Están los oníricos, los anhelos, las fantasías...

– Bueno, es cierto. Me refiero a los sueños que se generan cuando uno duerme. Hay algunas teorías sobre el cerebro que lo comparan en funcionalidad y procesos con la mecánica de un computador...

– Claro, el ordenador fue inicialmente creado basándose en ciertos procesos cerebrales...

– Pero, basado en eso, algunos han dicho que, así como el computador, el cerebro es un banco de memoria que llega a saturarse y por lo tanto necesita liberar memoria o fragmentarse. Para el caso del cerebro uno de sus mecanismos de limpieza serían los sueños, o sea que cuando uno sueña estaría reorganizando y desechando información...

– Podría ser una de tantas posibilidades. Hay otros que piensan que los sueños son premonitorios, y otros más, que son representaciones de anhelos internos y de posibles taras psíquicas...

– Sí lo sé. En momentos he pensado que son hasta las tres cosas... Pero mire que hay una cosa que a mí me afecta y es que casi nunca recuerdo mis sueños. Esto me angustia porque podría estar olvidando huellas importantes en mi memoria. Tanto no los recuerdo que a veces los confundo con las cosas reales.

¿Sabe doctor? Hay días en que mis recuerdos se confunden con fantasías y deseos. Hay días en que mis sueños son recuerdos y otros en que éstos, los sueños, se vuelven recuerdos de cosas que no existieron. Es un no saber distinguirlos. A veces los recuerdos no tienen colores y entonces los reconozco como sueños. Pero a veces estos recuerdos están cargados de adjetivos odoríficos y sensaciones táctiles y entonces no logro dilucidar cuáles son los falsos. Si yo recuerdo un olor lo siento. Si lo sueño lo recreo. Y si lo re-creo, lo recuerdo... Ahí está mi confusión. Cuando no sé si algo lo soñé o lo recuerdo...

Ayer me vi con una mujer con la cual soñé la noche anterior. Pienso ahora que talvez fue algo premonitorio. Ella es una mujer ya vieja en mi memoria, una antigua residente de mis sueños y mis anhelos. Su piel tiene ya el color antiguo de los años y sus ojos siguen siendo de un niño serio y sin tiempo.

Ayer nos encontramos por casualidad y charlamos. Allí recordamos las miradas, recreamos las caricias y revivimos las sonrisas infinitas. No recuerdo su nombre. O más bien al pensar en ella su nombre real no existe y la voz que me debiera recordarlo se desvanece.

Luego de recordar quienes fuimos y cuánto hubiéramos podido llegar a ser ella me miró a los ojos y preguntó: “¿Y si las cosas no hubiesen sido tan adversas? Y si aquello fuera... ¿Qué podrías hacer?”. Entonces mis palabras lo hicieron todo. Recorrieron geografías antiguas y sin fin. Y ella escuchaba y seguía su camino intermitente. De pronto detuvo mi cruzada de fonemas con su mirada entre displicente y cariñosa, tomo mi rostro con su mano y con voz firme dijo: “Sucederá... En ese instante verás mis ojos y sabrás que te estaré amando. Porque desde el primer día que te vi quise amarte. Y en ese instante realizaremos todos los sueños y viviremos todas las edades, juntos, desde el principio de la infancia hasta nuestra cansada vejez. Pero eso sí. Sólo será una vez. Con sueños, fantasías, aromas, encantos, sabores, perversiones, angustias y verdades. Por esa única vez seré tu novia, tu amante y tu esposa... Un anillo y un abrazo sin fin de ires y venires... Pero solo uno... por una sola vez...”.

No pude decir mucho después de eso. El vaho delicado de su aliento aún seguía recorriendo mi olfato y se confundía con el recuerdo de su mirada estática frente a mis ojos. Luego terminamos las cervezas sin muchas palabras y al despedirnos su mirada nuevamente era la del recuerdo y no la de aquella mujer cercana de hacía un par de horas, la realizable.

¿Sabe doctor? Cuándo desperté esta mañana demoré varios minutos tratando de saber si habría sido solo un sueño. Pero el aroma de su cabello aún estaba en mi pecho y la suavidad de su mano aun palpitaba entre mis dedos. ¿Y sabe doctor? Que hoy no quiero dormir porque sé que mañana el recuerdo será aun más lejano y ese encuentro parecerá más un sueño y luego, con el tiempo, un anhelo sin fundamento. Quiero que siga siendo una realidad en mi recuerdo y no una fantasía emprendida por mis torpes neuronas soñadoras. Ellas, mis neuronas, siempre insensatas y pueriles.

Doctor... ¿Usted qué opina?... ¿Doctor...? ¿Doctor...?

Mierda. Otra vez tuve el mismo sueño.

2007-03-12

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