Tiene un minuto que me venda
De lo qu epasa por querer ser buenas gentes
De lo qu epasa por querer ser buenas gentes
Viernes, bueno, sábado 1:02 am...
Esto no es una Nota como tal. Más bien es una de esas situaciones que suelen pasarme a mí y que, como al contarla en texto obviamente sobrepasaría los 140 caracteres de Twitter, no basta con dejarla como frase sino que debo extenderme en un par de párrafos más.
¿Alguna vez le han pedido un minuto de celular a alguien en la calle? Sí, creo que todos en algún momento lo hemos hecho: “Señor(a), ¿de casualidad tiene un minuto que me venda?”.
Al filo de la 1 de la mañana voy caminando por la cuadra de mi casa y una señora, que había entrado a la cuadra un par de metros delante de mí, se ha detenido en una casa y comienza a “gritar suavemente”:
– Germán, Germán, amor. Germán... ¿Germán...?
En mi barrio algunas casas son tipo inquilinato o han hecho de cada piso uno o varios apartamentos. En algunos casos en un solo cuarto pueden vivir varias personas, e incluso familias, y por supuesto difícilmente tienen timbres independientes. Razón por la cual cuando llegan a casa, a falta de timbre, lanzan “piedritas" a la ventana, chiflan o silban de manera específica, o gritan: “María, la llave...” *[Nota1].
En el momento en el que yo paso, no pregunten por qué, tenía el celular en la mano y la señora, viendo que no le escuchaban o bajaban a abrirle, me dijo:
– Señor, ¿de casualidad tiene un minuto que me venda?
– Sí, to’o bien. ¿Qué número?
– Huy gracias, usted es muy amable. 313...
– Tome, ahí está timbrando.
Cuando la señora me pidió el teléfono recordé algo que le pasó al exministro Fernando Araujo, hoy presidente del Partido Conservador *[Nota2]. Una vez húbose escapado de las FARC tuvo que echar pata por el “monte” y evitar incluso a los mismos campesinos de las fincas aledañas porque no podía saber quién era amigo de la guerrilla y quién no. Cuando finalmente llegó a un pueblo le dijo a una señora que vendía minutos que si le regalaba una llamada. Y ella con marcada sutileza costeña le respondió:
– Yo qué te voy a regalar minutos... ¡Y luego quién me va a pagar la factura...!
Cuando le pasé el teléfono a la señora de “Germán” me sentí cumpliendo con un acto cívico, “ayudar al prójimo” que llaman. Pero en el momento en que el celular comenzó a timbrar y se lo pasé a la mujer llegaron dos policías en una moto y se bajó uno de ellos diciendo:
– Señora, ya le dijimos que se fuera. Señor... –se me hizo que me hablaba a mí– ¿usted conoce a esta mujer?
En ese momento, no sé por qué, me acordé que mi cédula estaba perdida en mi cuarto desde hace como un mes. Bueno, lo único que nunca se ha perdido en mi cuarto es la cama. Y luego me acordé que mi libreta militar está en la portería de un colegio de la 205 con autopista desde el “día del Idioma” en abril. O sea, “si estos manes me llegan a pedir papeles conoceré finalmente la UPJ”.
Con algo de despiste apenas respondí:
– No, simplemente me pidió que le regalara un minuto a celular.
– Señora, ya se le dijo que él no la quiere ver. Si no se va inmediatamente tendremos que esposarla.
Acto seguido sacó las esposas del cinto y abrió una de ellas para asegurarla en la muñeca de su mano derecha, donde estaba precisamente mi celular.
– Señora, devuélvale el celular al señor, ya se tiene que ir. Señor, ¿vive cerca?
Ante esa pregunta pensé varias cosas. Primero, que nunca me habían dicho “Señor” tantas veces y en tan pocas oraciones. Segundo, que si me preguntaba si vivía cerca era para saber si YO necesitaba escolta para llegar a casa o no. Y si era así, tercero, significaba que la tipa en cuestión estaba demasiado tostada o era tan peligrosa que... “Joder, ¡qué tal le dé por mandarme el celular a la porra en un ataque de histeria...!”.
– Sí, aquí no más –contesté–.
El otro policía se bajó de la moto y me decía:
– Escándalo... Viene a poner problema y el man ya le dijo que no quiere volver a verla. Y hay niños durmiendo y...
– Señora, devuélvale el celular al señor que lo necesita. ¿Acaso se le va a gastar todos los minutos?
Viendo la situación me paré frente a la tipa y le dije...
– ¿Ya terminó?
– Sí, yo sé mi amor. Está bien amor. Ciao amor... Disculpe señor, qué pena. Tome, muchas gracias.
De veras pensé que había pasado mucho rato. Leí el contador de tiempo: “00:00:47”. Nunca le pusieron las esposas del todo, solo fue la amenaza. Guardé el celular en el bolsillo. Le hice un gesto de despedida a los motorizados y comencé a caminar hacia mi casa, o sea, media cuadra más.
Ellos se fueron detrás de la señora hacia la avenida. Alcancé a escuchar que le decían a la señora que “él le dio para el taxi” y asumí que ahora la iban a esperar hasta que estuviera subida en un “amarillo”.
Mientras tanto yo llegaba a mi puerta y recordaba mi intento de acto cívico y me dije a mí mismo:
– Mí mismo, cuando alguien te pregunte: “Señor, ¿de casualidad tiene un minuto que me venda?”, tú debes responderle: “Yo qué te voy a vender minutos... ¡Y luego que por buena gente me gane otra loca...! Váyase pa’la...”.
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Sábado 27 de Noviembre de 2010
...por la mañanita.
Anotaciones:
Nota1: La Vida es Bella.
Nota2: Sí pillan, que a uno lo secuestren es buen negocio. Si no le va bien con las ventas del libro, o demanda “simbólicamente” al Estado o lo nombran Ministro o Presidente de algún Partido. Y eso que cuando fue secuestrado apenas iniciaba la investigación a él por el escándalo de Chambacú cuando era Ministro en la administración Pastrana. Siendo ministro de Uribe esa investigación pasó al olvido.
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1 comentario:
Muy buen articulo, estoy casi 100% de acuerdo contigo :)
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