Del porqué fracasó mi primer intento de relación virtual
...o eso creo (no olvide la canción al final de la Nota)
Hace unos días me encontraba en un momento de esos solitarios y pesadumbrosos. Bueno, seamos concretos, en términos más claros estaba en un momento Emo. Todos hemos estado en uno de cuando en vez, nosotros también tenemos “nuestros días”.
Como dijera el agüelo, “Cuando uno está cagado hasta del cielo le llueve mierda”. Hay momentos en que toda esta macumba* se acumula y la depresión se inyecta en el cuerpo recorriendo cada milímetro de nosotros, entre esa joda de los recuerdos y la frustración.
*Macumba: Yo siempre entendí esta palabra como “pendejada” o “mierda” (no hable "macumba"), pero gracias a Wiki descubrí que es una palabra bantú para “Magia” y, al menos en Brasil, se le entiende peyorativamente como “Magia negra” o “mala suerte”. Toda su polisemia funciona aquí.
Narcotizado por esa sensación decidí en un momento hallar un parapeto, tal vez una razón y, mirando el chat de FaceBook, ese sinnúmero de “contactos” con los cuales nunca te “conectas” pero que siempre están ahí, recordándote que por más personas que te rodeen siempre estarás solo, decidí que quería una novia así fuera temporal. -¿Una novia temporal? –dirán ustedes–. Sí, una novia temporal.
Como esta clase de momentos paranoides oscilan entre la euforia y la disforia es imposible tomar una decisión y, en caso de tomar una, también es ilusorio creer que en un momento no se sienta que ésta ha sido equivocada. Por ello preferí dejarlo al azar e hice el conjuro correspondiente: Tín marín dedopingüé, cucaramácara titerejué...
Y la escogencia se inició saltando de foto en foto y, efectivamente, el azar detuvo su exhortado análisis probabilístico en... ¡un tipo moreno alto de espalda ancha!
No lo pensé dos veces y di doble click sobre la foto de... ¡la primera Ana que apareció en la lista del chat de personas conectadas...! Y le hablé...
– Hola chinita, ¿cómo vas?
– Hola bien, ¿y tú? ¿Y ese milagrazazazo?
– Ahí, más o menos. Ando buscando novia temporal. ¿Te le medirías...?
Con esta Ana jamás había hablado más allá de un par de saludos, nada realmente. Yo estaba tomando una clase de contexto en la Universidad y en el Programa surgió un paseo una Salida Técnica a una población de tierra caliente por una semana. Al profesor se le ocurrió unir los dos cursos de esa clase para la salida y ella pertenecía a ese grupo complementario. Al verla dije: “Esta tipa está bueeenn...”. Bueennno, me di cuenta que la chica estaba chusca. Pero, como para variar, no solo Yo me di cuenta.
Éramos dos grupos que nunca habíamos compartido clase y ni siquiera sabíamos que ese otro grupo existiera. Así pues, otra persona se dio cuenta que la chica estaba chusca: Un pelado de mi grupo, ¡un tipo moreno alto de espalda ancha!
Esa semana fue muy divertida, para ambos, ellos dos, o al menos eso supongo. Días después, por la Universidad, noté que cada uno andaba por su lado y comprendí que había sido una situación netamente temporal, mientras la salida, amor de verano que llaman.
Con ella me volví a cruzar 4 ó 5 veces en los 4 años siguientes. Un “Hola, ¿cómo te ha ido?”, siempre acompañado de un “qué rico verte” y un “un día de estos nos tomamos algo”. Pero nada más. En alguna de esas veces debimos darnos nuestros correos y ahora estaba conectada en el chat.
Maneras sutiles de proponer un cuadre
– Hola chinita, ¿cómo vas?
– Hola bien, ¿y tú? ¿Y ese milagrazazazo?
– Ahí, más o menos. Ando buscando novia temporal. ¿Te le medirías...?
– ¿Que qué...? ¡Pues si te sirve una novia temporal que estará en Trabajo de Campo en medio de la nada durante un tiempo...! Es que viajo esta semana.
– Mmm... Ni modos, le quería para dentro de dos semanas.
– Pues depende la fecha, porque podría alcanzar a llegar. Pero en serio ¿qué estás tramando?
Le expliqué, tratando de pasar por interesante, que muchas dudas aquejaban mi pensamiento en los últimos días invirtiendo mi capacidad de raciocinio, haciendo más ilógica la sinapsis, tergiversando mi pobre percepción del tiempo y las emociones...
– Ah, o sea que básicamente estás en una depre la hijue...
– Sí, eso, básicamente.
Le conté que en poco iba a tener una reunión con todos los amigos y compadres y que no quería, dado mi momento emo, mostrarme fracasado y solitario frente a ellos. Y pensé: “Como si algo de eso hubiera importado antes para que mis dizque amigos no se burlarán de mis situaciones ‘Pablezcas’ siempre”. Le dije que la cosa sería peor, para la autoestima de un hombre en sus días, si de seguro asistían algunas “ex”... pues todas irían con sus actuales y respectivos “es”.
– Jajaja... Pero eso solo sería una mera fachada.
– Sí... Aunque...
– Mmm... Divertido, pero hablando en serio, ¿acaso eso te haría sentir mejor?
– No, la verdad. Por eso te estaba anunciando el... “Aunque”. Pues hablándolo en serio solo te lo decía en broma. Esa salida sería tonta y falsa. Déjalo como un juego o broma, olvídalo.
– Sí, eso sería falso pero... igual el juego podría ser una experiencia hasta divertida. ¿No te parece? Dale, juguemos. ¿Qué tan malo puede ser? Tú estás más tranquilo para pasar mejor el momento y yo saldría del aburrimiento en el que estoy, me divierto, y hasta aprovecho y ese día me pongo ¡bieeen mamacita...!
No lo podía creer. Hay cada persona loca en esta vida y sí, yo estoy rodeado de ellas. Aunque ya me había arrepentido de haberle escrito en el Chat al instante me dije: “Sí, podría ser divertido”.
Acordamos que deberíamos vernos, o sea conocernos, para así hacer que el juego pudiera ser completamente verosímil.
– Claro, las caricias y demás artilugios deben ser creíbles –decía ella–, ¡debemos practicar muy bien!
Sin embargo no pudimos vernos y la reunión se dio pero ella tuvo que viajar ese mismo día a Campo y por ello ni pudimos vernos ni participó en el cenáculo aquel.
Las charlas virtuales siguieron el juego como si el noviazgo llevara meses de fuerte y larga relación. Hasta que un día, dentro del juego, comenzaron a decirse cosas como “Te extraño”, “me haces falta”, “siento que hace años que no te veo” y, por supuesto, nos reíamos de lo absurdo de la escena y del juego pero...
– Amor –dijo ella–.
– Dime, vida mía.
– Ayer te dije que eras la razón para que mi corazón latiera, ¿cierto?
– Sí, pero algo me dice que nunca has llegado a decir tamañas cursilerías a un hombre. ¡No imagino que ese sea tu estilo!
– Jajaja... No, ¡solo te lo he dicho a ti amor mío!
– Jajaja...
Ese mismo día el tweet de un amigo hizo que mi esquizofrenia despertara y conjurara una reunión urgente de mis Yo’s para discutir lo que estaba sucediendo.
@CejasPobladas: El amor esta tan devaluado que ahora la gente se ama cuando lleva menos de un mes de conocerse. Eso deshonra la complejidad del despecho.
Se abre la sesión
Luego de esa serie de frases cliché extremas de dizque “amor”, tanto de Ana como mías, y, luego de leer el trino de Ricardo, hice una pregunta al aire...
– ¿Qué está pasando exactamente con Ana? ¿Por qué la situación deja ese extraño sinsabor?
Y una voz dentro de mí respondió:
– Para que uno realmente pueda hablar de amor tiene que haber vivido muchas más cosas que un simple enamoramiento.
– ¿Perdón? –me dije–. Y las voces siguieron.
– A veces solo es un simple encoñe.
– Yo he amado.
– Yo también.
– Yo no sé.
– Yo no me acuerdo.
– Yo no creo.
– Peren, estaba al teléfono... ¿De qué hablan? –dijo el Yo de los chistes pendejos–.
– Para amar, debes apostarlo todo. Sin egoísmos... –decía un Yo con un aire noble que, al parecer, tenía voz sobre los otros–.
– ¿Sin egoísmos? ¡Eso es imposible! Todos somos egoístas. ¿Por qué son todas las peleas de pareja si no es por egoísmo?
– ¿Por celos?
– ¿Porque hay cosas que saben bien que a uno le molesta pero no las dejan de hacer?
Pedí la palabra y dije...
– Sí, podría ser. Porque los demás no las cambian. Pero, ¿acaso nosotros sí lo hacemos? Todos somos egoístas, queremos que las cosas se hagan como a nosotros nos gusta, como estamos acostumbrados a hacerlas. Básicamente queremos que hagan todo como uno lo quiere.
– Jajaja... Pero si eso es muy aburrido. ¿Tener a alguien que haga todo lo que uno quiera? ¡Qué pereza! Yo creo que me he sentido mejor precisamente es con aquellas personas que me enfrentan. Aquellas que me empujan a romper lo de siempre.
– No sé –interpelé–, es un poco de uno y un poco de lo otro. Ni muy muy ni tan tan.
– ¿Alguna vez han llegado a entenderse con alguien de tal forma que casi adivinan lo que va a decir? Pues, sus gestos, sus palabras...
– Sí, aunque no es así siempre. Los actos de las personas no son del todo absolutos. Te sorprenden de vez en cuando y en eso está el encanto.
– Yo una vez volví con alguien porque creí conocerle a la perfección y creía que solo con ella me entendía. Pero la ella que Yo conocía no era la misma con la que estaba saliendo después.
– Claro –dije–, eso pasa. Todos cambiamos y más cuando hemos estado lejos. En esos casos a veces hay que empezar de cero porque el pasado no solo conlleva las cosas buenas, también las falencias.
– Una vez alguien volvió conmigo porque, según ella, ¡Yo era el único que la aguantaba!
– O sea, no porque se entendieran o se quisieran sino porque vos le soportabas los errores ¡que definitivamente ella no quería cambiar!
– Algo así. Al principio parecía ir bien la cosa pero los problemas seguían igual.
– ¿Ven? Por eso les decía –dijo el Yo que presidía la discusión–, para amar hay que apostarlo todo. Apostar los egoísmos y los esquemas de siempre y permitir que esa persona también los rompa. Sin prejuicios ni miedos.
– Pero es que si uno cede y apuesta se puede sufrir.
– Pero si todo lo vives con ese prejuicio nunca vas a dar ni a recibirlo todo. En todas las cosas de la vida vas a recibir golpes. No todo lo que obtengas será bueno pero si no le apuestas ¿cómo le vas a disfrutar?
– Pero es que hay relaciones o personas que son muy jodidas.
– Obvio, ¿quién carajos entiende a las mujeres? –dijo el Yo bromista–. Dicen una cosa pero quieren o piensan otra. ¡Y se emputan porque uno no las supo interpretar!
Risa general... Reímos todos.
– ¿La pillan? Tanto joder con las viejas y al final ni las entendemos. Hasta sería mejor hablar con el tipo moreno alto de espalda ancha como pa’variar la cosa –concluyó el Yo de los chistes maricas pendejos–.
– ¿!Que qué...!? –dijeron todos los otros Yo al unísono– ¡Tan chistoso el pendejo este!
– Oigan, saben que sí –dijo un Yo que ninguno de los otros Yo recordaba haber visto y que usaba una melodía extraña al hablar–. Quién quita, ¡a lo mejor hemos estado disparando para el lado que no es...!
– ¿¡Perdón...!? –dijimos todos los otros Yo al unísono, incluido el de los chistes pendejos y Yo mismo–.
– Sí. Qué tal que si intentáramos probar nuevas perspectivas y...
De inmediato ese Yo fue bien encerrado en el Closet para que no saliera más y poder así continuar la discusión.
– ¿En qué íbamos? –pregunté yo–.
– En que hay relaciones o personas con las que es casi imposible estar bien siempre.
– Ah sí, íbamos en eso –volvió a hablar el Yo cardinal–. Pues la cosa es más bien sencilla. ¡O se está bien o no se está! Jamás deberíamos estar en una relación donde los dos se insultan todo el tiempo, o peor, donde uno o ambos se golpean. Las relaciones no son perfectas, los humanos no somos perfectos. Pero si simplemente nos quejamos sin cambiar nosotros mismos, sin ser un poco más humildes, nada va a ser diferente. Somos prejuiciosos, somos egocéntricos, somos irritantes, depresivos y agotadores. A veces los unos, a veces los otros, a veces ambos. Solo debemos quererlo cambiar. Si una relación no es para vivirla en pleno y sentirse feliz... no vale la pena estar ahí.
– ¿Eso es amar? –pregunté–.
– No sé. Para responderlo pregúntale a un sicólogo, a un antropólogo, a un cura, a un consejero matrimonial, a un anciano, a un líder espiritual, hasta a un bibliotecario que te cite mil pies de página, ¡qué sé Yo! Pero, la verdad, Yo no tengo la respuesta.
– ¿Y nuestro Yo anciano? –preguntó otro Yo–.
– Pailas, ese man se quedó dormido como en el 5º párrafo.
– ¿Saben quién nos podría ayudar? ¿Alguien ha leído a Coelho?
– No, ¡cómo se le ocurre! –al unísono–.
– Yo leí una contraportada, ¿Sirve? –el Yo de los chistes pendejos–.
– ¡Pendejo...! –al unísono–.
– Pero bueno, toda esta discusión surgió por lo de Ana. ¿Qué se hace con ella? –volví a preguntar–.
– ¿Ana? Ve, eso me recuerda algo... Ah, que el autor manda decir que no olviden escuchar la canción al final de la Nota... ¿Y qué debe hacerse con Ana?
– Cierto –dijo el Yo aquel que lideraba–. Hablamos que al re-empezar con una persona del pasado ambos tenían que re-conocerse. Acá sucede lo mismo. No se puede empezar una relación heredando los sentimientos de una relación anterior o creándolos a partir de una imagen ilusoria de lo que esperas que sea una persona.
– Cierto –dijo el Yo aquel que lideraba–. Hablamos que al re-empezar con una persona del pasado ambos tenían que re-conocerse. Acá sucede lo mismo. No se puede empezar una relación heredando los sentimientos de una relación anterior o creándolos a partir de una imagen ilusoria de lo que esperas que sea una persona.
– ¿O sea que técnicamente se empezaría una relación poniendo cachos? Pues, ¡se estaría con una persona pero teniendo sentimientos por otra o por un fantasma! –dijo el Yo que ahora no hacía precisamente un chiste pendejo–.
– Lo de los cachos es una discusión aparte. Eso de la... ¿Cómo es que es la palabra...?
– Mmmm...
– Esteee...
– La tengo en la punta de la lengua...
– Eeehh... ¡Fidelidad!
– Eso, Fidelidad. ¿¡Cómo es que ninguno se acordaba!? ¡Verriondos! Pero bueno, lo de la fidelidad es relativo. A veces uno es infiel desde el pensamiento mismo, otras de hecho. Pero a lo cual uno nunca puede faltar es a la Lealtad. Se es leal a la amistad, al amor, a una persona, a un mundo completo de cosas. Y por eso allí se debe ser sincero y procurar nunca hacer cosa alguna que pueda dañar o hacer sufrir al otro. Hay que ser leal a los sentimientos, a los antiguos de donde deviene lo que creemos sentir y, por supuesto, a los nuevos que surgen.
– ¿O sea que con Ana se ha venido jugando un mal juego? –dije–.
– Claro, lo que se debe hacer es borrar y empezar de cero. Ser leal a...
El resto de la discusión no importa o se extendería más de lo que ya se extendió. Se habló, se criticó, se contradijo y, al final, estaba Yo otra vez frente al computador.
Lo primero que hice une vez encendí el portátil y entré a internet fue eliminar de mis Contactos al tipo moreno alto de espalda ancha. ¡Por si las dudas de algún Yo escondido! Luego abrí el Chat.
– Hola Amor... ¿Cómo estás? –me saludó ella de inmediato–.
– Bien, creo.
– ¿Qué te pasa?
– Es que estuve pensando mucho en nuestra relación.
– ¿Y qué pensaste?
– Que el juego ha sido divertido, pero sinceramente no sé nada de ti. Ni de lo que quieres ni de lo que te gusta. Casi incluso ni estoy seguro de tu nombre, ¡es un juego de palabras!
– Mmm... Entiendo. Hemos jugado fundamentándolo en lo que quisiéramos que fuera una relación perfecta.
– Sí, eso mismo.
– Tú me has idealizado y piensas en mí como una Ana perfecta, una Ana ficticia, una Ana que no es real.
– Así es.
– A mí me pasa algo parecido. Y sí, yo no soy esa Ana, esa es tu chica ideal.
– Tendríamos que empezar de cero o simplemente no seguir en estas.
– ¿Y entonces qué hacemos?
– Creo que deberíamos dejar el juego así.
– Vale, si así lo crees me parece bien. ¿Hasta aquí va nuestro juego y nuestra relación?
– Podría decirse que sí.
– Ok, pues ciao. Fue divertido estar en estas contigo.
– Creo y siento igual, gracias.
– Bye...
– Adiós.
No imaginé que la conversación terminaría así de opaca y sobria. Pero precisamente el juego había sucedido así, de repente y sin preámbulos. Me quedé viendo la pantalla sin saber qué pensar. Sin embargo, un par de minutos después, ella volvió a conectarse. Había cambiado su foto de Perfil, que antes era un dibujo de caricatura, por una foto suya reciente. También había cambiado su nombre, dejando su nombre natural, y me habló.
– Hola.
– Hola.
– Soy otra Yo, la de verdad.
– ¿Cómo así?
– Dijiste que empezáramos por el principio y aquí estoy.
– Por el principio...
– Sí, por el principio.
– Ok, ¿comenzamos pues por las preguntas básicas que indica el protocolo?
– Supongo que sí.
– Ok... ¿Cómo te llamas? ¿Qué te gusta? ¿A qué te dedicas? ¿Qué signo eres?
– Vale, en ese caso, mi verdadero nombre es..._____________________________
Por @PabloTorresM
Jueves 24 de Noviembre de 2011
...por la tardecita.
3 comentarios:
Pues es que como diría Woody Allen en la versión sin traducir de mi nunca bien ponderada Annie Hall... algunos necesitamos los huevos :-D
Me encanto el final :,) lo que ella hizo por ti, la verdad eso fue sinceridad y ella si te quiere... Yo estaba en las mismas y llevo 4 meses con mi novia claro yo le marco todos los dias y tenemos demasiado enm comun jejej Saludos :D
Es la primera vez q leo como un hombre contemporaneo.....mm dejemoslo en este siglo puede manejar sus emociones y pensamientos...
.....y Fidelidad algo q te es dificil aun por definir....
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